miércoles, 8 de abril de 2009

El sentido de la vida (introducción)

¿Qué es lo que realmente guía tu vida? ¿Las tareas que otros quieren que hagas? ¿Tus propios objetivos aunque no te motiven? ¿O has encontrado algo por lo que de verdad merezca la pena luchar?

Estar todo el día sin parar, haciendo cosas que no te acercan a ninguna meta propia puede satisfacerte a corto plazo.

Estás todo el tiempo haciendo cosas. No te preguntas por qué. ¡Tienes demasiadas cosas que hacer para entretenerte en pensarlo!

El problema de esta estrategia es que no puedes evitar pensar eternamente. Al final te das cuenta de que, a pesar de hacer mucho, no hay ninguna mejora significativa en tu vida.


En busca de metas

Cuando vives bajo ese modelo eres dependiente de aquellos que marcan los objetivos. Si desaparecen, te quedas sin metas y puedes caer en una depresión, como me ocurrió a mí.

Tras la muerte de mi madre perdí el interés por casi todo. Nada merecía la pena. ¿Para qué esforzarse por algo que no lleva a ninguna parte? ¿Para qué hacer nada en absoluto?

A veces dormía mucho, otras me costaba mucho quedarme dormido. Perdí el interés por los estudios y me distancié de mis amigos. ¿Para qué salir a la calle? Acabé haciendo sólo lo que no tenía más remedio que hacer. Lo que otros me imponían.

Recuerdo quedarme parado por la noche en medio del comedor preguntándome ¿qué diferencia hay entre si veo la tele, me acuesto o simplemente me quedo aquí de pie todo el tiempo? Aunque nunca pensé en suicidarme si me daba mucho miedo la muerte.

Necesité que me diagnosticaran una depresión para darme cuenta de lo que estaba haciendo con mi vida.

Saber lo que me pasaba me permitió darme cuenta de que había algo importante que tenía que hacer y eso le dio una dirección a mi vida, algo en lo que centrarme.

Cuando te das cuenta de que te faltan objetivos tienes dos opciones. La primera, volver a meter la cabeza en el agujero y pensar que, de todas formas, no serías capaz de alcanzarlos. La segunda, asumir el desafío de fijarte metas y luchar por ellas.

Al hacerlo, sales de la apatía, te sientes más eficiente y la motivación abunda. Al menos cuando te lanzas a por una nueva meta.


En busca de sentido

A veces, empiezas esforzándote pero poco a poco le prestas menos atención a tu objetivo. Crees que supone demasiado sacrificio y que no merece la pena. En resumen, no tienes la motivación necesaria para alcanzar lo que te habías marcado.

También empiezas a darte cuenta de que cuando alcanzas algunas de tus metas te sientes feliz. Esa alegría puede llegar a durar incluso días. Pero luego vuelves a centrarte en los objetivos que se te resisten, en el sacrificio que supone y en el poco tiempo que tienes.

Aprender a hacer primero lo importante y tener claras tus prioridades te ayuda a deshacerte del estrés pero no hace mucho por tu estado de ánimo. Eres más eficaz pero sientes que tus metas podrían haber sido otras y nadie notaría la diferencia.

Es ese el momento en el que tener claro cuál es para ti el sentido de la vida es clave.

Puedes considerarlo como un objetivo para tus metas. Algo que te haga sentir que todo por lo que estás luchando es realmente algo que merece la pena.

Para que realmente sea así, debe ser algo tan importante que siga siéndolo a pesar del paso del tiempo y de los cambios que puedan ocurrir en tu entorno.

Más adelante compartiré un ejercicio para que descubras cuál es el sentido de tu vida. Por ahora, recuerda los momentos en los que has sentido que aquello por lo que estabas luchando realmente eran importante. Si encuentras que tienen algo en común puede darte una orientación de por dónde empezar a buscar.

¿Y en tu caso? ¿Qué guía tu vida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario